GENERALITIES: Retórica y Recursos Estilísticos-Parte 1

1. La retórica y la creación de textos

Para la creación retórica de discursos y para la creación de un texto en general, ya sea literario o pragmático, hay que seguir determinado proceso que se encargó de estudiar la Retórica desde los tiempos de Gorgias. Dicho proceso consta de cinco fases, según canonizó Cicerón: Inventio o invención, Dispositio u ordenamiento, Elocutio u ornato, Memoria y Actio u acción. Los tres primeros son fundamentales, los dos posteriores son de índole prágmática, cuando el discurso se pronuncia.

Elaborar un discurso es como construir una casa; hacen falta los materiales (inventio), después un plano para saber donde ponerlos y cómo unirlos (dispositio) y luego hay que hacerla habitable, cómoda y agradable, enluciéndola, amueblándola y adornándola (elocutio). La memoria nos sirve para recordar el discurso preparado sin leerlo y la actio nos aconseja qué hacer y qué comportamiento adoptar mientras lo decimos, así como la adaptación del discurso según la disposición del auditorio que tengamos, los hechos recientes que hayan moldeado al público y la hora y el sitio en que lo pronunciemos.

La inventio o heuresis trata sobre qué decir: se encarga de encontrar los materiales que vamos a usar después. Y en primer lugar hay que tener presente

Definición: género y puntos de vista.
División: todo y partes, tema y subtemas
Comparación: similaridad y diferencias, grado
Relaciones: causa y efecto, antecendentes y consecuencias, contrarios y contradicciones.
Circunstancias: posibles e imposibles, hechos pasados, hechos futuros
Testimonios: autoridades, testigos, máximas y proverbios, rumores, juramentos, documentos, leyes, precedentes, hechos sobrenaturales...
Motivaciones. En el género judicial, lo justo y lo injusto; en el deliberativo, lo ventajoso y lo desventajoso, lo bueno y lo malo; en el epidíctico, lo virtuoso o noble y lo vicioso o bajo.

La dispositio o taxis. A esta fase le atañe el orden expositivo de los episodios del discurso, además de cómo estos habrán de articularse en orden a su eficacia. Usualmente la dispositio se prepara en cuatro partes: la captatio benevolentiae, el exordio, donde se intenta interesar al público; la narratio, o relato de los temas previstos; la confirmatio, o valoración de los argumentos; y la peroratio, el epílogo, donde se concluye el discurso. El orden más apropiado para exponer los argumentos puede ser muy variable en función de nuestros intereses: el cronológico u ordo naturalis y el pragmático u ordo artificialis o artificiosus son las distribuciones principales. El ordo naturalis suele adoptar la división en cuatro partes ya expuesta. El artificial puede adoptar múltiples formas. El in medias res, el nestoriano, el topográfico, el aleatorio, el convencional (alfabético u otro), el mnemotécnico, el lógico o causal, el graduado o gradativo (de prioridades, usado en el periodismo para la redacción de noticias); de importancia; de preferencias; de complejidad progresiva, usado en el discurso didáctico; de background progresivo o retroalimentado y autorreflexivo, también en el discurso didáctico; de impacto psicológico (si es descendente, disfémico, si es ascendente, eufemístico); de familiaridad –más a menos-; egocéntrico –de lo más querido al receptor a lo que menos)... Para realizar tal ordenamiento hay que valorar los argumentos y buscar asimismo contraargumentos para las razones que se nos vayan a oponer. Asimismo, nos indica qué argumentos hay que estirar o desarrollar, porque constituyen el punto fuerte de la argumentación, y cuales omitir, porque constituyen contraargumentos que ya utilizará el oponente.

El orden creciente empieza con los argumentos más débiles y termina con los más fuertes, pero es un orden peligroso porque el orador corre el albur de disponer desfavorablemente al público desde el principio. El decreciente es inverso y su problema consiste en que sólo permanecen en la memoria activa los últimos argumentos escuchados, por lo que terminar un discurso con las pruebas más débiles produce una impresión desfavorable. Por eso el orden más socorrido es el orden homérico o nestoriano: como Néstor en la Iliada, hay que poner lo más débil en el centro, y al principio y al final lo más fuerte.

La elocutio o lexis adorna el lenguaje para complacer al auditorio y busca ejemplos que puedan seducir su opinión de forma sensible y elegante. Trata del lenguaje que habrá de emplearse en la exposición. Para lograr la adecuada expresión, el orador se vale de una multitud de recursos gramaticales. Dentro de estos recursos se encuentran las figuras, las cuales integran los varios modos de expresión que, apartándose de otros más ordinarios o sencillos, conceden al discurso un singular aspecto, según el propósito del mismo. Se entienden dos categorías de figuras: las figuras de dicción, o metaplasmos, las cuales se caracterizan por la alteración de la composición estructural de los vocablos, mediante la excepción, adición o transposición de sus letras constituyentes; y las figuras de construcción, las cuales conciernen a los varios modos de disposición sintáctica, donde se transgreden las formas regulares de la misma. Otro modo de alteración de las palabras se realiza mediante los recursos denominados tropos, el cual adjudica a la palabra un sentido distinto del cual le corresponde naturalmente, aunque no se desliga por completo del significado primitivo.

La actio o hipócrisis instruye sobre las diferentes entonaciones para pronunciar el discurso, así como los gestos adecuados para acompañarlo (neuma) y la apariencia propicia para conseguir el propósito.

La memoria o mneme sirve para recordar los distintos elementos del discurso en un orden específico.

2. La argumentación. La argumentación retórica tiene por fin llamar la atención y conseguir la adhesión del auditorio; lo primero lo consigue la elocución y lo segundo la invención y disposición, que son las encargadas de elaborar tesis y presentarlas. Los lugares o tópicos son las clases de argumentos que se suelen utilizar más a menudo. Son de dos tipos: de persona y de cosa. Quintiliano ha dado el más útil resumen:

Quince argumentos de persona: linaje (genus), pueblo (natio), patria (patria), sexo (sexus), edad (aetas), educación y disciplina (educatio et disciplina), aspecto físico (habitus corporis), fortuna (fortuna), condición social (conditionis distantia), carácter (animi natura), profesión (studia), apariencias (quid affectet), palabras y hechos anteriores (ante acta et dicta), movimientos transitorios de ánimo (temporarium animi motum) y nombre (nomen).

Ocho argumentos de cosa: causa (causa), lugar (locus), tiempo (tempus), modo (modus), medio (facultas), definición (finitio), semejanza (similis), comparación (comparatio) suposición (fictio), circunstancia (facultas)

Aristóteles utiliza sin embargo otras denominaciones: ejemplo, argumento de autoridad, tautología, alternativa, dilema, argumento de cantidad.

Estos argumentos ponen en marcha una serie de móviles o palancas de la opinión. Brémond ha señalado los siguientes, muy utilizados también en publicidad:

Móviles hedónicos incitadores o intimidatorios: no vender un coche sino el placer que proporciona o bien preguntarse por qué uno no tiene coche y sigue usando el metro.
Móviles éticos incitadores o intimidatorios: comprar lotería de ONCE porque ayuda a los demás; no comprarlo es condenar a los inválidos a sufrir.
Móviles pragmáticos incitadores o intimidatorios: es bueno invertir en fondos de pensiones porque desgravan; invertir en fondos de pensiones es perder el dinero porque hay inversiones que rentan más.

3. Los géneros del discurso

Anaxímenes de Lampsaco propuso una clasificación en tres tipos de discurso que luego adoptó Aristóteles y que viene a ser una pragmática avant la lettre:

Género judicial: Se ocupa de acciones pasadas y lo califica un juez o tribunal que establecerá conclusiones aceptando lo que el orador presenta como justo y rechazando lo que presenta como injusto.

Género deliberativo o político: Se ocupa de acciones futuras y lo califica el juicio de una asamblea política que acepta lo que el orador propone como útilo provechoso y rechaza lo que propone como dañino o perjudicial.

Género demostrativo o epidíctico: Se ocupa de hechos pasados y se dirige a un público que no tiene capacidad para influir sobre los hechos, sino tan solo de asentir o disentir sobre la manera de presentarlos que tiene el orador, alabándolos o vituperándolos. Está centrado en lo bello y en su contrario, lo feo. Sus polos son, pues, el encomio y el denuesto o vituperio.


4. Las partes del discurso:

Son entre cuatro (exordio, exposición o narración, argumentación, peroración o epílogo) y seis (exordium, narratio, partitio, confirmatio, refutatio, peroratio)

EXORDIO

Busca hacer al auditorio benévolo, atento y dócil. Su función es señalizar que el discurso comienza, atraer la atención del receptor, disipar animosidades, granjear simpatías, fijar el interés del receptor y establecer el tema, tesis u objetivo. Es necesario afectar modestia para capturar la simpatía del público y explotar su tendencia a identificarse con quien está en apuros o es débil.

EXPOSICIÓN O NARRACIÓN:

La narratio, desarrollo o exposición es la parte más extensa del discurso y cuenta los hechos necesarios para demostrar la conclusión que se persigue. Si el tema presenta subdivisiones, es preciso adoptar un orden conveniente (partitio o divisio). En la partitio tenemos que despojar al asunto de los elementos que no nos conviene mencionar y desarrollar y amplificar aquellos que sí nos convienen. Los recursos estilísticos que se suelen usar en la partitio son taxis, merismo, diéresis, diálisis, eutrepismo, prosapódosis, hipozeuxis y distributio.

Esta sección enseña al público los puntos fuertes que vamos a defender. Se persigue la brevedad (no aburrir al auditorio, no traspasar el umbral de atención del público y evitar la desproporción entre discurso y tema), la claridad (es imposible convencer al público si no se ha enterado de lo que se trata, aunque literariamente la oscuridad y ambigüedad puede ser un mérito) y la verosimilitud (ya dijo Aristóteles que es preferible lo falso verosímil a lo verdadero inverosímil). No hay que hacer increíbles unos hechos ciertos y el abogado que haga creíbles unos hechos falsos logrará que el jurado vote por su cliente. En este punto la ética no tiene nada que ver con la retórica. En el mundo literario, el principio de verosimilitud es importantísimo, ya en estética realista o fantástica. En la exposición se incluye una serie de circunstancias: quién (quis), qué (quid), cuándo (quando), cómo (quemadmodum), dónde (ubi), por qué (cur), con qué medios (quibus auxiliis). Hay que interrumpir la exposición con breves digresiones que impidan la monotonía aliviando la tensión del auditorio y actuando sobre él de forma complementaria.

ARGUMENTACIÓN:

Es la parte donde se aducen las pruebas que confirman la propia posición revelada en la tesis de la exposición (confirmatio o probatio) y se refutan las de la tesis que sostiene la parte contraria (refutatio o reprehensio), dos partes que Quintiliano considera independientes, de forma que para él el discurso forense tendría cinco. La confirmación exige el empleo de argumentos lógicos y de las figuras estilísticas del énfasis; los de la refutación serían por el contrario metástasis, contrarium, contradicciones, el progymnasma de la refutación. También es un lugar apropiado para el postulado o enunciado sin prueba, siempre que no debilite nuestra credibilidad, para lo cual hay que recurrir al postulado no veraz pero plausible (hipótesis), a fin de debilitar al adversario desorientando su credibilidad; lo mejor en ese caso es sugerirlo y no decirlo. Se recurre a una lógica retórica o dialéctica que no tiene gran cosa que ver con la lógica científica, pues su cometido no es hallar la verdad sino con-vencer. Se funda más en lo verosímil que en lo verdadero, de ahí su vinculación con la demagogia. Para los discursos monográficos enfocados a la persuasión, convienen las estructuras gradativas ascendentes. En el caso del discurso periodístico, la tendencia a abandonar al principio del lector recomienda el uso de la estructura opuesta: colocar lo más importante al principio. La retórica clásica recomienda para los discursos argumentativos monográficos el orden nestoriano, el 2,1,3: esto es, en primer lugar los argumentos medianamente fuertes, en segundo lugar los más flacos y débiles y en último lugar los más fuertes.

PERORACIÓN:

Es la parte destinada a inclinar la voluntad del oyente suscitando sus afectos, recurriendo a móviles éticos o pragmáticos y provocando su compasión (conquestio o conmiseratio) y su indignación (indignatio) para atraer la piedad del público y lograr su participación emotiva, mediante recursos estilísticos patéticos (accumulatio, anacefalaeosis, complexio, epanodos, epifonema, simperasma, sinatroísmo); incluye lugares de casos de fortuna: enfermedad, mala suerte, desgracias... Resume y sintetiza lo que fue desarrollado para facilitar el recuerdo de los puntos fuertes y lanzar la apelación a los afectos; es un buen lugar para lanzar un elemento nuevo, inesperado e interesante, el argumento-puñetazo que refuerce todos los demás creando en el que escucha una impresión final positiva y favorable.

5. Los recursos estilísticos. Introducción.

Se llama recurso estilístico a cualquier modificación que realiza un emisor del mensaje literario al lenguaje de uso común para incrementar su expresividad de forma que tal texto, transformado en literario, impresione la imaginación o la memoria del lector o receptor del mismo; la literatura viene a constituir así una especie de “tratamiento de belleza” que recibe el significado y el significante del signo literario para asegurar su perduración en el tiempo y hacerlo recordar más fácilmente, bien por su abundancia de repeticiones o ritmos, bien por su abundancia de asombros o extrañezas. Estos son los dos elementos que en proporción variable se presentan en todo lenguaje literario y constituyen las referencias fundamentales a que puede reducirse todo recurso estilístico: recurrencia y/o diferencia. Mediante operaciones de adición de elementos verbales (adiectio), supresión (detractio), transposición (transmutatio) y sustitución (inmutatio) en la lengua de uso común se crea el lenguaje ‘estilizado’ o literario.

Dicho tratamiento de belleza, esa función poética del lenguaje literario que llama la atención sobre la forma misma del mensaje de manera que causa placer y estructura fuertemente el interior de una cláusula literaria para hacerla durar en el tiempo protegida por su belleza, a pesar de su falta de utilidad esencial en el momento de elocución, constituye lo que llamamos literatura. De la misma manera que una receta de cocina no constituye arte, pero sí lo es un plato cocinado según dicha fórmula, porque la receta no causa placer estético, la literatura no es en sí misma un conjunto de procedimientos estilísticos, sino el efecto humano o huella sensible que produce en las percepciones, experiencias y vida de un individuo.

La poesía muy rítmica y repetitiva suele ser propia de la inspiración popular: reúne a la gente para que asuma una tradición recurrente, rememorial. La poesía en la que abunda el otro elemento de extrañeza o alienación, por el contrario, resulta mistérica y aísla al poeta de la sociedad, es una tendencia aristocrática y cortesana que puede representar por ejemplo un Góngora o un Quevedo.

Se suelen clasificar los recursos estilísticos en tres grandes grupos: recursos fónicos, semánticos y sintácticos, pero esta denominación, aunque es la que voy a seguir, es problemática en cuanto que muchos de los efectos aquí reproducidos son mixtos y difícilmente pueden clasificarse en un solo lugar. Más atinada me parece, por ejemplo, la clasificación semiótica de Miguel Ángel Garrido:

LICENCIAS:

Transgresiones de una norma lingüística que no vuelven el enunciado ininteligible como si fueran contra reglas fundamentales del código.

En cuanto a la relación significante/significado, tenemos licencias poéticas como sinalefa, dialefa, sinéresis y diéresis, y metaplasmos como aféresis, síncopa, apócope (versos de cabo roto, por ejemplo), prótesis, epéntesis y paragoge; también la aliteración, onomatopeya y armonía imitativa, acróstico, anagrama, palíndromo, quiasmo, retruécano, calambur, paronomasia y similicadencia.

En cuanto a la sintaxis: elipsis, braquilogía, zeúgma, dilogía, reticencia, interrupción e hipérbaton.

Por lo que toca a semántica: epíteto, sinquisis o mixtura verborum, equívoco o antanaclasis, sinonimia etábole o expolición, histerología, paradiástole, oxímoron, sinécdoque, metonimia, metáfora, alusión, metalepsis, paradoja y perífrasis.

En cuanto a la relación signo/referente, preterición, permisión, ironía, sarcasmo, asteísmo, hipérbole, lítote, plural de modestia o asociación, dubitación, anacoenosis o comunicación, concesión e interrogación.

INTENSIFICACIONES.

Cuando no se transgrede la norma lingüística, pero podemos distinguir elementos del enunciado como especialmente significativos a causa de su insistente reiteración o por cualquier otro motivo, nos hallamos ante el segundo gran grupo de las figuras, las intensificaciones.

En cuanto a relación significante/significado, anáfora, epífora o conversión, complexión, reduplicación (epanalepsis, geminación o epizeuxis), diácope, anadiplosis, concatenación, epanadiplosis, derivación, políptoton.

En cuanto a sintaxis, asíndeton, polisíndeton, sujeción, dialogismo (estilo directo, indirecto, sermocinación o idolopeya), exclamación, apóstrofe.

En cuanto a semántica, expolición, símil, antítesis, anticipación o prolepsis, coreección, gradación (ascendente o descendente), suspensión.

Relación signo/referente: descripción o écfrasis (prosopografía, etopeya, pragmatografía, cronografía, topografía), enumeración, sinatroísmo o congeries, sentencia, epifonema.

Por otra parte, los recursos estilísticos se clasifican también habitualmente por la intencionalidad de los mismos, como recursos de logos, de ethos o de pathos. Los recursos de logos apelan a la razón del hombre (entimema, silogismo, sorites, etiología, razonamiento, antipófora, apofasis, contrario, expeditio, posapódosis, proecthesis); los del ethos apelan a la credibilidad (anamnesis, litotes, paronomasia), y los del pathos a los sentimientos y pasiones comunes, a las respuestas emocionales (apóstrofe, adynaton, aposiopesis, conduplicación, epanortosis, epímone, ominatio o presagio, sinonimia, perclusio, deesis, descripción).

6. Los progymnasmata o ejercicios de retórica

Los antiguos utilizaban 14 progymnasmata o ejercicios retóricos graduados de menor a mayor dificultad para instruir y entrenar a los futuros oradores en su oficio y preparar su formación en los tres géneros oratorios, el judicial, el deliberativo y el epidíctico. Son estos:

Fábula: se escoge una fábula breve y se amplifica (mediante paráfrasis, prosopopeya, sermocinación o dialogismo), o se condensa (con elipsis o cualquier otro procedimiento). Puede ser también cualquier apólogo o parábola.

Narración: contar un hecho o dicho, quier fingido, quier real, mencionando quién, qué, cuándo, dónde, cómo, por qué; acaso también para qué. Una vez que se cuida que el alumno no ha omitido nada, hacerle ampliar y resumir su texto. Es el principio de la educación del orador según Quintiliano.

Chría o anécdota: breve relación concreta y edificante de algún hecho o dicho de una persona. Para ello se alaba al autor del hecho o dicho, se refiere éste con brevedad, se prueba con la razón, se apunta lo que es contrario a la razón, se añade una semejanza o comparación, un ejemplo y un testimonio u opinión de otro y se termina con un epílogo o conclusión. Se puede amplificar por medio de paráfrasis o frases memorables acordes (refranes o sentencias apropiadas para el hecho).

Proverbio: ampliar una declaración condensada y abstracta, una moraleja, un proverbio, de forma muy parecida a la de la chreia, utilizando paráfrasis, comparaciones, contrastes, ejemplos, citas de otros autores o de otras frases, incluyendo epílogo o conclusión.

Refutación: ataque a la credibilidad de una narración (el ejercicio 2), por ejemplo una leyenda o mito. Primero se resume brevemente y luego se contemplan seis cosas: su obscuridad, improbabilidad, imposibilidad, contrariedad, indecorosidad e inutilidad. A estos argumentos les precede un exordio que vitupera al autor de la narración y un epílogo que lo reprende. Se recurre a la contradicción y al adynaton.

Confirmación: se arguye para demostrar la credibilidad de una narración (hecho o dicho) con pruebas. Un exordio alaba al autor de tal, un epílogo lo pone de ejemplo. Para ello se ven seis cosas: lo manifiesto, lo probable, lo posible, lo conforme, lo decoroso, lo útil... Para ello se recurre a las figuras de logos.

Lugar común: amplificación de bienes o vicios evidentes. Se relaciona con el encomio y el vituperio. Consta de un exordio en que se dice el castigo o recompensa que merece el hombre malvado o virtuoso, se sigue lo contrario del delito o virtud que se persigue, la explicación del crimen o del mérito por amplificación, la comparación con otros crímenes o virtudes, se manifiesta la intención del hombre malvado o virtuoso y se hace una digresión sobre la vida anterior. Se aparta la compasión y se termina con un epílogo compuesto con los fines de lo legítimo, lo conforme, la equidad, lo útil, lo factible, lo glorioso u honorable y el suceso.

Encomio: exposición que atiende sólo a las excelencias. Para eso mira el linaje, país, instrucción, mente cuerpo y fortuna de una persona, se le compara favorablemente y se termina exhortando a los demás a emularle. Es propio del género epidíctico.

Vituperio: exposición que atiende sólo a los vicios. Se hace lo mismo que en el encomio, pero al contrario; también es propio del discurso epidíctico.

Comparación: es la suma de dos encomios o de un encomio y un vituperio para hacer prevalecer a uno sobre el otro.

Etopeya: imitación del carácter de una persona, como el monólogo dramático moderno. El carácter puede ser histórico, legendario o literario y enteramente ficticio. Si se hace imitando a algún fallecido se denomina idolopeya. Se recurre a figuras del ethos.

Descripción: es la composición que expone su tema a los ojos de un auditorio concreto. Se sigue para ello un orden siempre; si se trata de una idea abstracta, se sigue el orden antecedentes, conjuntos y consiguientes.

Tesis o tema, que Cicerón llamó causa y otros retóricos controversia: examen lógico de un tema sometido a investigación, pero sin referencia concreta. Por ejemplo, si se debe elegir mujer, pero no si Sócrates debe elegir mujer. Se diferencia del lugar común en que en éste se amplifica una cosa cierta, y en la tesis la dudosa: se trata de convencer, no de buscar la verdad. Sus partes son exordio (que aprecia el tema), argumentación (de los artículos que tocan al tema y de los lugares de la exposición), oposiciones (de las cosas contrarias a las que pertenecen al fin), soluciones (por concesión, por negación o por lo contrario) y epílogo (que contiene una breve amplificación, una breve repetición de los argumentos y una exortación breve). También puede abreviarse con un exordio, una exposición o narración y una peroración final. Han de tenerse en cuenta argumentos fundados en la legalidad, la justicia, la experiencia, los antecedentes, la decencia y las consecuencias.

Defensa / ataque: como lo anterior, pero dirigido a favor o en contra de leyes, porque incurre en el género deliberativo.


7. RECURSOS FÓNICOS

Son los que resaltan las repeticiones de sonidos del lenguaje o las diferencias entre los sonidos del mismo.

ALITERACIÓN: Repetición de un sonido al menos dos veces en un verso de arte menor, o al menos tres veces en un verso de arte mayor. Constituye el recurso fundamental (el único que puede acuñar verso) en la poesía germánica antigua de los escaldas, donde el verso debe tener al menos tres palabras que empiecen por el mismo sonido.

E cade cuomo un corpo morto cade (D. Alighieri)

En verdes hojas vi que se tornaban... (Garcilaso)

Es de empleo frecuente en los trabalenguas, así como en los textos compuestos para enseñar a los niños a pronunciar determinado sonido:

El perro de San Roque
no tiene rabo
porque Ramón Rodríguez
se lo ha cortado.

Los trabalenguas también se utilizan por shibbolethismo, para reconocer mediante una especie de test de pronunciación a quienes no son del todo autóctonos; durante la Guerra de Sucesión, los catalanohablantes, que eran austracistas, forzaban a decir a aquellos que sospechaban que no lo eran: Setze jutges d'un jutjat mengen fetge d'un penjat ("Dieciséis jueces de un juzgado comen del hígado de un colgado").

Una variante del recurso, que hace que el verso se “oiga” con más nitidez y claridad, consiste en situar el acento en vocales de distinto timbre, como en el endecasílabo de Garcilaso anterior, con lo que resaltan más mientras que los demás sonidos, repitiéndose, constituyen un fondo neutro, lo que se viene a llamar armonía vocálica. Rubén Darío lograba espléndidas sonoridades acumulando aliteraciones en versos con disposición vocálica armónica:

De góndolas y liras en los lagos...

Bernardo de Balbuena e incluso Góngora, que también utilizaba curiosas simetrías fónicas entre comienzos y fines de verso, emplearon con frecuencia armonías vocálicas:

En los pinares del Júcar
vi bailar a unas serranas,
al son del agua en las piedras
y al son del viento en las ramas... Góngora

Obsérvese además la recurrencia de las sílabas ar (pinares, Júcar, bailar), ra (serranas, piedras, ramas) y as (unas, serranas, piedras, ramas) y las aliteraciones constantes en l, r, consonantes líquidas y por tanto las más sonoras, y en s, cuya función es onomatopéyica (indicar la fluidez y soltura del aire, del agua y de las serranas), fuera de otras secundarias en n y b.

ONOMATOPEYA. Cuando la aliteración imita sonidos de la naturaleza, tenemos un grado de superior expresividad en el que el lenguaje convencional, cuyos signos son de naturaleza simbólica o convencional, intenta volverse icónico y reproducir la realidad. Las onomatopeyas pueden ser visuales o auditivas. Las visuales, utilizadas en la poesía de vanguardias desde Apollinaire, pueden utilizar la metáfora gráfica o caligrama: “Locomotora”. Las auditivas, empero, son las más usadas en la poesía clásica:

Imitando el canto de los pájaros:

Cuando canta la calandria
Y responde el ruiseñor (Romance, XV)

Un temblor de tierra:

Aquel que por valor y pura guerra,
hace en torno temblar toda la tierra (La araucana, de Alonso de Ercilla, XVI)

El zumbido de la colmena (nótese además la armonía vocálica de los dos versos):

En el silencio solo se escuchaba
un susurro de abejas que sonaba (Égloga III de Garci Lasso, XVI)

En que el poeta toledano imita el famoso hexámetro onomatopéyico de Virgilio: et saepe levi somnium suadebit inire susurro. Quevedo también utilizó frecuentemente el recurso; así describe el sonido de la lluvia y el viento, sobrepujando el verso de Marcial, IV, 3, Adspice quam densum tacitarum vellus aquarum...:

Llueven calladas aguas en vellones
blancos las nubes mudas; pasa el día... núm. 216

Así describe el restallar del látigo:

me dio un repique el rebenque... núm. 761.

En el Poema de las necedades y locuras de Orlando, advierte Arellano la expresividad de este verso en que se describe a un gigante que juega

con peñascos de plomo a la pelota...

Así como el hablar gangoso de la buscona que ha padecido bubas, que se reitera en otras piezas:

güera y gafa y sin galillo... núm. 864.

Góngora imita el lamento de un perro herido con las vocales agudas de

Repetido latir, si no vecino,
dinstincto oyó de can siempre despierto


CACOFONÍA : Combinación de palabras que resulta desagradable al oído, por lo común a causa de la dificultad de pronunciación, de la repetición de sílabas o por la creación involuntaria de una palabra aborrecible al combinarse las sílabas. El artista verbal suele utilizarla para expresar la insuficiencia del lenguaje o para señalar tonos despectivos o decadentes.

Un no sé qué que quedan balbuciendo San Juan de la Cruz

Entre un plebeyo coro
de jarras y de dalias de una vieja jactancia Juan Ramón Jiménez

Quevedo usa también la cacofonía en sus terribles ataques contra Góngora:

Descubierto habéis la caca
con las cacas que cantáis... núm. 826.

Otro ejemplo en que se utiliza además paronomasia y calambur:

Hubo unanimidad en una nimiedad.

REDUPLICACIÓN : Repetición más o menos exacta de una palabra o de algunas unidades de ésta en una frase o verso. Caracteriza muchos comienzos de romances:

Río verde, río verde...

Fonte frida, fonte frida,
fonte frida y con amor...

¡Conde Olinos, conde Olinos...!

Quiñonero, Quiñonero...

Alburquerque, Alburquerque...

Rey don Sancho, rey don Sancho...


A veces esas repeticiones se transforman en políptoton o derivación:

¡Abenámar, Abenámar,
moro de la morería...!

Yo me era mora Moraima,
morilla de un bel catar...

En Castilla está un castillo
que se llama Rocafrida...

Es frecuente que estas recurrencias tomen la forma del paralelismo semántico:

¿De qué vos reís, señora?
¿De qué vos reís, mi vida?
Errado lleva el camino,
errada lleva la vía...

Bien seas venido, el moro,
buena sea tu venida...

ANAGRAMA: Palabra o palabras formadas por la reordenación de las letras que constituyen otra u otras palabras; tiene, pues una función de ocultación, aunque no tanto que no pueda ser descubierta. Anagrama de Agustina es Angustias; anagrama de su mujer Isabel es por ejemplo la Belisa de Lope o Lesbia. El mismo Lope frecuentó este recurso para esconder a su amante Micaela de Luján como Camila (paragrama o anagrama imperfecto, también cultivado) o a sí mismo como Gabriel Padecopeo, en la edición de sus Soliloquios. François Rabelais publicó sus obras con el de Alcofribas Nasier. El procedimiento es más artificioso cuando se extiende a frases y así, por ejemplo, San Jerónimo tradujo pregunta de Pilatos y respuesta de Jesús con anagramas: Quid es veritas? -Es vir qui adest. Con las letras de la heroína colombiana Policarpa Salavarrieta puede construirse la frase “Iace por salvar a la patria”. Los griegos ya conocían este recurso: Licofronte transformó el nombre del faraón Ptolemaios en apomelitos, que significa miel.

Anagrama de Luïsa
es ilusa y no la infama,
supuesto que el anagrama
no es definición precisa;
ya con el sujeto frisa,
ya es compuesto, ya neutral,
neutros son perla y peral;
ramo, amor; burla y albur;
conforman hurta y tahúr;
implican malsín sin mal. Juan de Salinas.

Cuando el anagrama es imperfecto por una letra, se denomina paragrama; por ejemplo, en la sustitución de reina por ruina de este ejemplo:

Su Majestad, la ruina de Inglaterra...

Constituyen anagramas imperfectos, que juegan también con diversas lenguas, Salicio (ici Laso), anagrama de Garci Laso en francés; Nemoroso, por el contrario, es una alusión a Boscán (de nemorosus, ‘boscoso’ en latín).

PARONOMASIA o ANNOMINATIO: Acumulación de palabras de sonido parecido o análogo. Con mucha frecuencia va asociado a un juego de palabras, como en las palabras de Cristo a Pedro, en las que los católicos quieren ver que Pedro asumió la jefatura de la iglesia cuando el contexto deja claro que la piedra a la que aludía era el concepto de que él era el hijo de Dios:

Tu es Petrus et super hanc petram aedificabo ecclesiam meam (Tú eres Pedro y sobre esta piedra levantaré mi iglesia).

Otros ejemplos:

De medio arriba romanos,
de medio abajo romeros... Lope de Vega.

Hasta lo judicial perjudiciales... Lope de Vega, hablando de los pleitos.

Pobre barquilla mía
entre peñascos rota,
sin velas desvelada
y entre las olas sola... Lope de Vega.

De su novio hará novillo... F. de Quevedo

Vendado que me has vendido... Luis de Góngora.


Ya he hablado sobre la presión y la prisión de Cuba. En vez de “Patria y muerte” el lema de Fidel Castro debería ser “Patraña y muerte”. Cuando acusaba y acosaba a Pinochet, el juez Garzón recibió un dossier completo sobre ese tirano... Guillermo Cabrera Infante

...Y esta tierra feroz, feraz en curas,
me dio un roble, un otero y una muno. [1]
Y una mano -perdón-, mano de hielo,
de nieve no, que crispa y atiranta
yo no sé si el rencor y el desconsuelo.
Y una raza me dio que reza y canta
ante el Cántabro mar cantos de Lelo.
No merecía yo ventura tanta... Jon Juaristi, "Patria mía", en Suma de varia intención.

Te traigo un trago seco
de trigo y de tragedia
un aire de aureolas
y un vaho de vacas negras, Carlos Edmundo de Ory, “Conjuro”

Es recurso muy utilizado en los trabalenguas populares:

Tres tristes tigres comen trigo en un trigal

Quien poca capa parda compra, poca capa parda paga; yo, que poca capa parda compré, poca capa parda pagué

Si se trata de la misma palabra con flexiones diferentes se denomina políptoton:

¿Cómo quieres que te quiera si el que quiero que me quiera no me quiere como quiero que me quiera?

CALAMBUR: Falsa separación de las unidades léxicas de la cadena fónica que produce un equívoco o ambigüedad. Así, se cuenta que Quevedo hizo la apuesta de decirle a la reina que era coja sin que se enterase, para lo cual cogió un clavel y una rosa del jardín por donde ésta se paseaba y se los ofreció diciendo:

Entre el clavel y la rosa
su majestad es-coja.

De la misma manera escribió Gracián:

El sacro y adorado nombre de Dios, que dividido está diciendo: “Díos, díos la vida, díos la hacienda, díos los hijos, díos la salud, díos la tierra, díos el cielo, díos el ser, díos mi gracia, díos a mí mismo, díoslo todo”, de modo que del dar, del hacernos todo bien, tomó el Señor su santísimo y augustísimo renombre de Dios en nuestra lengua española.

Y Góngora dijo de su enemigo Lope:

A este Lopico, lo pico.

El primer Garcilaso, acostumbrado a las ingeniosidades cancioneriles, aún utilizaba este juego del vocablo:

Es el arca de No-he,
que quiere decir “no tengo”.

Cuando murió San Ignacio de Loyola, los jesuitas pasearon un mote que utilizaba este recurso propiamente barroco:

Murió Y gnacio.


POLÍPTOTON: Tipo de paronomasia que consiste en acumular distintas flexiones de la misma palabra. Es característica de la poesía cancioneril castellana del siglo XV y propia de corrientes manieristas y barrocas. Cervantes se burló de este recurso, utilizado en la prosa de los libros de caballerías de Feliciano de Silva:

La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura... Quijote, I, 1.

Acaso el mejor ejemplo puede constituirlo esta seguidilla compuesta popular:

No me mires, que miran
que nos miramos;
miremos la manera
de no mirarnos.
No nos miremos
y, cuando no nos miren,
nos miraremos.

En este ejemplo puede observarse que se asocia frecuentemente al políptoton una aliteración.

PALÍNDROMO : Frase que puede ser leída en sentido inverso sin sufrir cambios.

Ave, Eva
Roma tibi subito motibus ibit amor
La ruta no natural
Se es o no se es
Aire solo sería
Si vivo no vivís
Amo la pacífica paloma
Adán no cede con Eva y Yavé no cede con nada
Amar, ¿dará honor a varón o hará drama?
Adán no calla con nada.
Nada, yo soy Adán (Guillermo Cabrera Infante)
Somos nada, ya ve, o lodo o dolo, Eva y Adán somos (Julián Ríos)

Es un ejercicio común en ludolingüística la creación de palíndromos. Se cuenta, por ejemplo, que el demonio contestó a un seminarista que le invocó con un verso anacíclico o palindrómico:

In girum imus nocte et consumimur igni

Esto es, “damos vueltas en la noche y un fuego nos consume”.
Entre los muchos tipos de palíndromo, uno de los más difíciles es el silábico; véase por ejemplo este compuesto por Juan Caramuel:

Divino miseras horto horas semino. Vidi.

SIMILICADENCIA: Idéntica terminación fonemática de frases o miembros de frases contiguos. La hay de dos tipos: homeoteléuton u homoioteléuton (igual final) y homeóptoton o simíliter cadens, similicadencia propiamente dicha (igual flexión). En el primer caso se produce simplemente la coincidencia de los mismos sonidos, lo que es un recurso muy frecuente en, por ejemplo, Fray Antonio de Guevara y en toda la literatura del XVI.

...Y cuanto más se quebranta
mortifica su garganta
con natas al gusto gratas.... Juan de Salinas

En el segundo, es simplemente fruto de hacer coincidir una misma forma flexiva, lo que es frecuente en la prosa del XV y XVI, por ejemplo en La Celestina.

...Y en medio del trabajo y la fatiga,
estoy cantando yo y está sonando
de mis atados pies el grave hierro. Garcilaso.

AFÉRESIS: Metaplasmo que consiste en la supresión de una sílaba al principio de palabra, por lo general para reducir la escansión del verso. Hasta el Renacimiento se consideró una licencia permitida en el lenguaje poético. Hoy no se usa.


Que fuera bueno aqueso que ora haces; ( por agora)
mas si tú me deshaces con tus quejas,
¿ por qué agora me dejas como a extraño,
sin dar daqueste daño fin al cuento?

Garcilaso de la Vega

Venga norabuena (por enhorabuena)
la Paloma bella,
norabuena venga.
Norabuena vengáis al mundo,
Niño de perlas,
que sin vuestra vista
no hay hora buena.
Lope de Vega

La Academia, a pesar de su resistencia, ha terminado por aceptar algunas aféresis de fonemas cuya combinación no es propia de la fonología española: sicología por psicología; nomo por gnomo; nemotecnia por mnemotécnica, etc. Algún que otro vocablo ha quedado en tierra de nadie: despabilar y espabilar, por ejemplo son correctos los dos; también, aunque no lo parezcan, y son sinónimos, escote y descote.

TAUTOGRAMA: Composición en la que todas las palabras empiezan por la misma letra. Por ej. "Mi mamá me mima mucho".

TMESIS: Modalidad de hipérbaton que consiste en la división forzada de un sintagma cuyo elemento central se desplaza al final, o de dos partes de una palabra, en la prosa; en el verso, también se denomina así a la fragmentación en dos mitades de una palabra, bien por la interposición de otra bien mediante la división que efectúa una cesura o la pausa final de verso. Ej.

¡Tantos que van abriéndose, jardines,
celestes, y en el agua! Pedro Salinas, El Contemplado.

Y mientras miserable-
mente se están los otros abrasando,
tendido yo a la sombra esté cantando. (A la vida solitaria, Fray Luis de León).


8. RECURSOS SINTÁCTICOS:

HIPÉRBATON o TRANSPOSICIÓN: Alteración del orden natural de la frase, que en castellano es en general en el orden sintagmático determinador + determinado y en el orden oracional sujeto + verbo + complementos. En los autores clásicos del XVI obedece a intenciones expresivas de puesta en relieve:

A Dafne ya los brazos le crecían... Garcilaso

Garcilaso usa hábilmente las rimas verbales en pretérito imperfecto, aunque a veces le fuercen al hipérbaton, para reforzar mediante el aspecto imperfectivo el carácter descriptivo del soneto y para destacar lo antinatural y violento de la metamorfosis de Dafne en laurel.

Del monte en la ladera
por mi mano plantado tengo un huerto... Fray Luis

En el caso de Fray Luis el hipérbaton violento tiende a expresar su inestabilidad anímica, pero en este caso también la aspereza del monte. Por otra parte, cuando se coloca el verbo al final de la frase suele ser para imitar la sintaxis del latín, como ocurre en el siglo XV o en la poesía culterana del XVII. Existen numerosos tipos de hipérbaton. La variatio, por ejemplo, consiste en desplazar el segundo miembro de una pareja de palabras:

Y la furia del mar y el movimiento. Garcilaso.

Sedienta de catástrofes y hambrienta... Miguel Hernández.

Los hipérbatos culteranos fueron muy atacados por los casticistas del siglo XVII, por ejemplo Lope de Vega, quien sin embargo lo usó algunas veces, por más que fuera sólo para lograr efectos cómicos en su teatro y en sus poemas paródicos:

En una de fregar cayó caldera... La gatomaquia.

Inés, tus bellos ya me matan, ojos,
y al alma, roban pensamientos, mía,
desde aquel triste, que te vieron, día,
no tan crueles, por tu causa, enojos.
Tus cabellos, prisiones de amor, rojos,
con tal, me hacen vivir, melancolía,
que tu fiera, en mis lágrimas, porfía,
dará de mis, la cuenta a Dios, despojos.
Creyendo que de mí no, Amor, se acuerda,
temerario, levántase, deseo,
de ver a quien me, por desdenes, pierde.
Que es venturoso, si me admite, empleo,
esperanza de amor, me dice, verde,
viendo que te, desde tan lejos, veo

QUIASMO: Figura literaria que consiste en la ordenación cruzada de los elementos que componen dos sintagmas cruzados.

Tanto respeto, inclinaciones tantas
mostraban copas y almas abatidas... Diego de Hojeda, La Cristiada.

Que hable néctar y que ambrosía escriba... Soneto de Luis de Góngora.

Ya sonoro clavel, ya coral sabio... Soneto a Lisi, F. de Quevedo.

APOSIOPESIS o RETICENCIA: Figura retórica que consiste en dejar en suspenso el enunciado por considerar obvio lo que se va a añadir a continuación:

Fulano es un triunfador, mientras que yo... no tienes más que mirarme.

Fisgona, ruda, necia, altiva, puerca,
Golosa y... basta, musa mía,
¿cómo apurar tan grande letanía? Quevedo

Se asocia a la ironía cuando insinúa indirecta y maliciosamente algo que pudiera o debiera decirse.

SILEPSIS : Frase donde se establece la concordancia de acuerdo al sentido (constructio ad sensum) y no a las reglas gramaticales. Por ej. Vuestra majestad está equivocado (de género.

ZEUGMA : Frase en la que una palabra ya expresada se sobreentiende, quier omitiéndola, quier evocándola mediante el uso de pronombres o expresiones deícticas:

Mi tumba no anden buscando
por que no la encontrarán.
Mis manos son las que van
en otras manos, buscando,
mi voz, la que está gritando,
mi sueño, el que sigue entero. Carlos María Gutiérrez, Milonga del fusilado.

Se juega con este recurso estilístico a lo largo de la Milonga del fusilado, de la que se conoce el autor, a pesar de que a él le hubiera gustado que fuese anónima, como también a Andrade, el creador de la Epístola moral a Fabio:

No me pregunten quien soy
ni si me habían conocido
los sueños que había querido
crecerán, aunque no estoy.
Ya no vivo, pero voy
en lo que andaba soñando.
Y otros que siguen peliando
harán nacer otras rosas...
En el nombre de esas cosas
todos me estarán nombrando.

No me recuerden la cara
que fue mi cara de guerra
mientras hubiera en mi tierra
necesidad de que odiara.
En el cielo que se aclara
sabrán como era mi frente.
Me oyó reír poca gente,
pero mi risa ignorada...
la hallarán en la alborada
del día que se presiente.

No me pregunten la edad,
tengo los años de todos,
yo elegí entre muchos modos
ser más viejo que mi edad.
Y mis años de verdad,
son los tiros que he tirado.
Nasco en cada fusilado,
y aunque el cuerpo se me muera
tendré la edad verdadera
del niño que he liberado.

Mi tumba no anden buscando
por que no la encontrarán.
Mis manos son las que van
en otras manos, buscando,
mi voz, la que está gritando,
mi sueño, el que sigue entero.
Y sepan que solo muero
si ustedes van aflojando.
Porque el que murió peleando,
vive en cada compañero.

Se llama también zeugma al empleo de un solo pronombre con dos antecedentes posibles:

Sucia de besos y arena,
yo me la llevé del río... F. G. Lorca


RETRUÉCANO o CONMUTACIÓN: Juego de palabras que invierte o intercambia los términos de una frase en la siguiente, para que el sentido de ésta forme contraste o antítesis con el de la anterior. Es un recurso muy utilizado por Unamuno para formar paradojas:

¿Cómo creerá que sientes lo que dices
oyendo cuán bien dices lo que sientes? Bartolomé Leonardo de Argensola.

¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente? Francisco de Quevedo

...Que a lo que todos les quitaste sola
te puedan a ti sola quitar todos F. de Quevedo, Poesía original, núm. 71.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?
¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga,
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?
Pues, ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis. Sor Juana Inés de la Cruz.

¿En este país no se lee porque no se escribe o no se escribe porque no se lee? Marianoo José de Larra.

Piensa el sentimiento y siente el pensamiento Miguel de Unamuno

Nosotros olvidamos al cuerpo, pero el cuerpo no nos olvida a nosotros. ¡Maldita memoria de los órganos! Ciorán

PARALELISMO: Eugenio Asensio distingue en su Poética y realidad en el cancionero peninsular de la Edad Media, Madrid: Gredos, 1970, tres tipos de paralelismo: el verbal, que afecta a las palabras, el estructural, que afecta a la sintaxis y el ritmo, y el semántico, cuando se repite el pensamiento o significación con modificación del significante.

El primero o paralelismo verbal caracteriza a las Cantigas de amigo galaico-portuguesas y a otras composiciones peninsulares. Se distinguen tres tipos:

a) Reiteración del verso y del movimiento rítmico variando sólo el final, en que la palabra rimante es sustituida por un sinónimo.
b) Redoblamiento del concepto por medio de la expresión negativa del pensamiento opuesto.
c) Reiteración del verso entero con sintaxis, hipérbaton y ritmo mudado.

Este paralelismo aparece combinado con el más estricto del uso del estribillo o bordón (algunas veces con ata-finida: el estribillo tiene un rejet que encabalga con la estrofa siguiente) y del leixaprén (el último verso de una estrofa sirve de inicial y se expande en otra).

El segundo o paralelismo estructural consiste en repetir una construcción sintáctica, lo que confiere al verso un suplemento de ritmo. Es característico de la poesía oriental, y en él se distinguen un tipo en que los pensamientos contrastan y otro en que son semejantes. Un ejemplo del primero:

Tu querer es como el toro
que donde lo llaman va;
el mío es como la piedra,
donde lo ponen se está.

En cuanto al segundo,

A los árboles altos
los lleva el viento;
a los enamorados
el pensamiento.

Otro ejemplo ilustrativo se encuentra en estos versos impares del romance del Conde Olinos:

A ella, como hija de reyes,
la entierran en el altar;
a él, como hijo de condes,
unos pasos más atrás.

O en los sáficos de Manuel de Villegas:

Filis un tiempo mi dolor sabía;
Filis un tiempo mi dolor lloraba
quísome un tiempo, mas agora temo,
temo sus iras.
Así los dioses con amor paterno,
así los cielos con amor benigno
nieguen al tiempo que feliz volares
nieve a la tierra.

El tercero o paralelismo semántico es propio de la poesía hebrea: los Salmos y la mayor parte del Libro de Job y los Profetas:

¡Maldito el día en que nací
y la noche que dijo: Ha sido concebido un hombre!
Conviértase ese día en tinieblas,
y Yavé allá arriba lo ignore para siempre;
que ningún rayo de luz resplandezca sobre él.
Lo cubran tinieblas y sombras,
se extienda sobre él la oscuridad,
y haya ese día un eclipse total.
Que esa noche siga siempre en su oscuridad.
Que no se añada a las otras del año,
ni figure en la cuenta del mes.
Que sea triste aquella noche,
impenetrable a los gritos de alegría.
Que la maldigan los que odian la luz del día,
y que son capaces de llamar al Diablo.
Que no se vean las estrellas de su aurora;
que espere en vano la luz,
y no vea el despertar de la mañana,
pues no me cerró la puerta del vientre de mi madre
para así ahorrarme a la salida la miseria.
¿Por qué no morí en el seno
y no nací ya muerto?
¿Por qué hubo dos rodillas para acogerme
y dos pechos para darme de mamar?
¿O por qué no fui como un aborto que se esconde,
como los pequeños que nunca vieron la luz?
Pues ahora estaría acostado tranquilamente
y dormiría mi sueño para descansar,
con los reyes y con los poderosos
que se mandan hacer solitarios mausoleos,
o con los príncipes que amontonan el oro
y llenan de plata sus casas.

Libro de Job III, 3-16.

ANACOLUTO o SOLECISMO: Construcción anómala de la frase que llega a romper la gramaticalidad normativa de la misma, por lo general por haber cambiado el elocutor de idea a mitad de su desarrollo. El solecismo consiste sólo en un mal uso del lenguaje, que hace incurrir en impropiedad sintáctica o semántica, y de esa manera, para atacar el castellano afrancesado de su tiempo, Tomás de Iriarte hace reprochar a su castiza cotorra por su loro: “Vos no sois que una purista”:

¿Y su padre de usted no tendré el gusto de verle antes de marcharme? Jacinto Benavente, La farándula.

Balones para niños de goma (Anuncio en una tienda de juguetes)

Larra se burló en El café del apresuramiento de los periódicos, que aún hoy incurren en estos defectos de mala gramática:

Podía haber criticado al señor diarista el no pasar la vista por los anuncios que le dan, para redactarlos de modo que no hagan reír, como cuando nos dice que se venden “zapatos para muchachos rusos” “pantalones para hombres lisos”, “escarpines de mujer de cabra” y “elásticas de hombre de algodón”. Cuando anuncia que el sombrerero Fulano de Tal, deseando acabar cuanto antes con su corta existencia, se propone dar sus sombreros más baratos; que “una señora viuda quisiera entrar en una casa en clase de doncella, y que sabe todo lo perteneciente a este estado”...

ANADIPLOSIS: Consiste en la repetición de una o varias palabras del final de un verso al comienzo del verso siguiente:

Oye, no temas, y a mi ninfa dile,
dile que muero.
Esteban Manuel de Villegas

Abre, que viene el aire
de tu palabra... ¡Abre!
Abre, Amor, que ya entra... ¡Ay!

Miguel Hernández.

Mi sien, florido balcón
de mis edades tempranas,
negra está, y mi corazón,
y mi corazón con canas.

Miguel Hernández.

Yo escucho cantos
de viejas cadencias
que los niños cantan
cuando en corro juegan (...)
y dicen tristezas,
tristezas de amores
de antiguas leyendas.
Antonio Machado.

Nadie ama solamente un corazón:
un corazón no sirve sin un cuerpo. J. M.ª Fonollosa, Ciudad del hombre, New York.

En el caso que solo se repita el final de la palabra se llama eco encadenado:

El Soberano Gaspar
par es de la bella Elvira
vira de amor más derecha,
hecha de sus armas mismas.

Sor Juana Inés de la Cruz.

ANÁFORA: Del griego anaphora, ‘repetición’, figura retórica consistente en una repetición de palabras al principio del verso o frase en la prosa, bien de forma continua bien de forma discontinua. Por ej. "Erase un hombre a una nariz pegado, / érase una nariz superlativa...".

Hora de ocaso y de discreto beso;
hora crepuscular y de retiro;
hora de madrigal y de embeleso... Rubén Darío.

En la prosa es una forma de insistencia machacona que ha sido muy explotada por los autores clásicos de sermones religiosos, como el más que hábil Fray Luis de Granada; véase como persuade utilizando al mismo tiempo la reiteración y la pregunta retórica, consiguiendo con lo segundo la ilusión de que el oyente reflexiona sobre lo mismo:

Y nadie podrá negarme que donde concurre una multitud de pretendientes concurre una copiosa turba de hipócritas. ¿Qué es un pretendiente, sino un hombre que está pensando siempre en figurarse a los demás hombres distinto de lo que es? ¿Qué es sino un farsante, dispuesto a representar en todo tiempo el personaje que más le convenga? ¿Qué es sino un Proteo, que muda de apariencias según le persuaden las oportunidades? ¿Qué es sino un camaleón que alterna los colores como alternan los aires? ¿Qué es sino un ostentador de virtudes y encubridor de vicios? ¿Qué es sino un hombre que está pensando siempre en engañar a otros hombres? Es verdad que son muchos los que le pagan en la misma moneda; esto es, aquellos mismos que busca como arquitectos de su fortuna. Él miente virtudes y a él le mienten favores. Él va a engañar con adulaciones, y a él le engañan con esperanzas.

A lo contrario se le denomina epífora.

ASÍNDETON: Recurso estilístico contrario al polisíndeton que consiste en omitir las conjunciones para dar mayor fluidez, dinamismo, apasionamiento o empaque a la frase.

Lágrimas allí no valen, arrepentimientos allí no aprovechan, oraciones allí no se oyen, promesas para adelante allí no se admiten, tiempo de penitencia allí no se da, porque acabado el postrer punto de la vida ya no hay más tiempo de penitencia... Fray Luis de Granada.

Acude, acorre, vuela
traspasa la alta sierra, ocupa el llano
no perdones la espuela
no des paz a la mano
menea fulminando el hierro insano... Fray Luis de León.

Pasó, pasé; miró, miré; vio, vila;
dio muestras de querer, hice otro tanto;
guiñó, guiñé; tosió, tosí; seguila;
fuese a su casa y, sin quitarse el manto,
alzó, llegué, toqué, besé, cubrila,
deje el dinero y fuime como un santo. Atribuido a Quevedo.


La acumulación de sintagmas sin nexos ejerce un poderoso efecto de desconcierto en el ánimo de lector, lo que supieron utilizar muy bien San Juan de la Cruz, quien con frecuencia usó este recurso, y Luis de Góngora en este ejemplo, y en otros mezclándolo con su particular sentido del hipérbaton:

Descaminado, enfermo, peregrino,
en tenebrosa noche, con pie incierto,
la confusión pisando del desierto,
voces en vano dio, pasos sin tino.

CONCATENACIÓN o CONDUPLICACIÓN: Figura que consiste en empezar una cláusula con la voz o expresión final de la cláusula anterior de forma que se encadenen en serie varias de ellas:

Y así como suele decirse el gato al rato, el rato a la cuerda, la cuerda al palo, daba el arriero a Sancho, Sancho a la moza, la moza a él, el ventero a la moza y todos menudeaban con tanta priesa que no se daban punto de reposo... El Quijote I, Cervantes.

Mal te perdonarán a ti las horas,
las horas que limando están los días,
los días que royendo están los años.

Luis de Góngora

No hay criatura sin amor,
ni amor sin celos perfecto,
ni celos libres de engaños,
ni engaños sin fundamento. Ventura Ruiz Aguilera

Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar. A. Machado

COMPLEXIÓN: Figura literaria que consiste en mezclar repetición (repetir una palabra o expresión al principio de dos periodos) y conversión (lo mismo, pero al final):

Si honestidad deseáis, ¿qué cosa más honesta que la virtud, que es la raíz y fuente de esta honestidad? Si honra, ¿a quien se debe la honra y acatamiento, sino a la virtud? Si hermosura, ¿qué cosa más hermosa que la imagen de la virtud? Si utilidad, ¿qué cosa hay de mayores utilidades que la virtud, pues con ella se alcanza el sumo bien? Fray Luis de Granada.

Combinado con paradojas, logra efectos muy poderosos, como el que consigue en estos versos San Juan de la Cruz:

Para venir a gustarlo todo,
no quieras tener gusto en nada.
Para venir a saberlo todo,
no quieras saber algo en nada.
Para venir a poseerlo todo,
no quieras poseer algo en nada.
Para venir a serlo todo,
no quieras ser algo en nada
Para venir a lo que no gustas,
has de ir por donde no gustas;
Para venir a lo que no sabes,
has de ir por donde no sabes.
Para venir a poseer lo que no posees,
has de ir por donde no posees.
Para venir a lo que no eres,
has de ir por donde no eres.

Cuando reparas en algo,
dejas de arrojarte al todo.
Para venir del todo al todo,
has de dejarte del todo en todo.
Y cuando lo vengas del todo a tener,
has de tenerlo sin nada querer.

DITOLOGÍA o GEMINACIÓN: Dámaso Alonso la llamó también “sintagma binario no progresivo”. Figura retórica que consiste en unir palabras o sintagmas en parejas unidas por una conjunción o yuxtapuestas por una coma. Si se trata de proposiciones, se denomina bimembración, que puede extenderse a más miembros como trimembración, cuatrimembración, etc... El abuso de la ditología indica que estamos ante un texto que imita a Cicerón y muy probablemente del siglo XVI o comienzos del XVII. Obsérvese el equilibradísimo ritmo binario de la Epístola moral a Fabio, del que sólo señalo las más evidentes bimembraciones y geminaciones:

Fabio, las esperanzas cortesanas
prisiones son do el ambicioso muere
y donde al más activo nacen canas;


el que no las limare o las rompiere
ni el nombre de varón ha merecido,
ni subir al honor que pretendiere.


El ánimo plebeyo y abatido
elija en sus intentos temeroso
primero estar suspenso que caído;


que el corazón entero y generoso
al caso adverso inclinará la frente
antes que la rodilla al poderoso.


Más triunfos, más coronas dio al prudente
que supo retirarse, la fortuna,
que al que esperó obstinada y locamente.

Esta invasión terrible e importuna
de contrarios sucesos nos espera
desde el primer sollozo de la cuna... A. Fernández de Andrada, Epístola moral a Fabio

La ditología se ha usado mucho, sobre todo en los siglos XVI y XVII tanto en prosa como en verso; a veces, en la prosa traducida, porque permite verter al castellano una palabra sin equivalente por medio de la unión de dos, como hizo Boscán en El Cortesano de Baltasar de Castiglione; en otras ocasiones, porque concede a la frase un suplemento rítmico, como es el caso del Modernismo y, como es frecuente en La Celestina, donde se usan parejas de sinónimos, uno cultismo y el otro patrimonial, para yuxtaponer los dos planos en conflicto dramático a lo largo de la obra y permitir una lectura similar para los que desconocen el lenguaje latinizante del siglo XV y para los instruidos. Así pues, la ditología puede tener las siguientes variantes:

1. Ditología sinonímica; sirve como pleonasmo:

Desde que Dios creó el mundo, ninguno formó más astuto y sagaz... Lazarillo de Tormes

2. Ditología antitética:

Aquel dulce y amargo jarro..., Lazarillo de Tormes.

3. Ditología explicativa:

Si con mi sotileza y buenas mañas no me supiera remediar... Lazarillo de Tormes.

Triste e flutuosa... Fernando de Rojas, La Celestina.

En algún autor, como por ejemplo en Fray Luis de León, que usa ditologías conjuntivas en su juventud y poco a poco va sustituyéndolas por ditologías yuxtapositivas, se experimenta una evolución en el uso de la ditología, de forma tal que se pueden datar sus composiciones mediante la medición del porcentaje de variantes en el uso de este recurso, reiterado por igual en el verso y en la prosa:

Es Torquemada el habilitado de aquel infierno en que perecen desnudos y fritos los deudores; hombres de más necesidades que posibles; empleados con más hijos que sueldo; otros ávidos de la nómina tras larga censantía; militares trasladados de residencia, con familión y suegra por añadidura; personajes de flaco espíritu, poseedores de un buen destino, pero con la carcoma de una mujercita que da tés y empeña el verbo para comprar las pastas; viudas lloronas que cobran el montepío civil o militar y se ven en mil apuros; individuos diversos que no aciertan a resolver el problema aritmético en que se funda la existencia social, y otros muy perdidos, muy faltones, muy destornillados de cabeza o rasos de moral, tramposos y embusteros. Pues todos estos, el bueno y el malo, el desgraciado y el pillo, cada uno por su arte propio, pero siempre con su sangre y sus huesos, le amasaron al sucio de Torquemada una fortunita que ya quisieran muchos que se dan lustre en Madrid... B. Pérez Galdós, Torquemada en la hoguera.

ELIPSIS: Omisión de un elemento en la frase. Es muy frecuente la omisión del verbo ser; en la lengua literaria la elipsis caracteriza el conceptismo barroco de Quevedo y Gracián. Si la elipsis no es completa, sino que el término omitido se representa por un pronombre, se habla de zeugma.

EPANADIPLOSIS: Artificio retórico consistente en empezar y acabar una frase o verso con la misma palabra:

Fuerte es la Parca, pero tú más fuerte;
no se debió a su golpe tu caída... Gabriel Bocángel.

Iguales somos en la esencia, iguales... Juan Meléndez Valdés, “La caída de Luzbel”.

¡Hurra, cosacos del desierto, hurra! José de Espronceda

Rota mi lira y mi existencia rota... Gaspar Núñez de Arce

El dueño de las tórtolas, el dueño... Rubén Darío.

¿Cómo era, Dios mío, cómo era? J. R. Jiménez

Verde que te quiero verde... Federico García Lorca.

Fuera menos penado si no fuera
nardo tu tez para mi vista, nardo,
cardo tu piel para mi tacto, cardo,
tuera tu voz para mi oído, tuera... Miguel Hernández.

Última amarra, cruje en ti mi ansiedad última. Pablo Neruda.

Los arma el diablo (capricho epanadiplósico)

Soneto cuando nace no es soneto
es una idea, un ritmo, y es
revés de metro y rimas al revés,
boceto descarnado de un boceto.

Reto a donosas musas, y es el reto
cortés. ¿Por qué, oh pluma descortés,
en vez de aliento ofrécesme el envés?
Completo es ya el cuarteto. ¡Al fin completo!

Trabajo peliagudo, este trabajo
has perdido. ¡Si no te queda un as!
Cabizbajo el terceto, cabizbajo.

Tras el verso descubres -¡marcha atrás!-
Bajo las consonantes golpea bajo
Satanás con el rabo, Satanás.
María Rosal, A pie de página.

Suele llevar asociado muchas veces un quiasmo:

Mal recibe Polonia a un extranjero,
y apenas llega, cuando llega a penas... La vida es sueño, P. Calderón de la Barca

Tanto respeto, inclinaciones tantas
mostraban copas y almas abatidas... Diego de Hojeda, La Cristiada.

Enviando con el nombre de embajada
doblada gente y prevención doblada... Juan de Arguijo.

El Austro proceloso airado suena
crece su furia y la tormenta crece... Juan de Arguijo.

Ricos de fortaleza y de fe ricos... Luis de Góngora

Rota mi lira y mi existencia rota... Gaspar Núñez de Arce

Verde carne, pelo verde... F. García Lorca.


También se usa este artificio en la prosa con poderoso efecto, y así lo utilizó Francisco de Quevedo en su Vida de Marco Bruto combinándolo con sus queridas paradojas:

Solamente los hechiceros de la ambición pudieron confeccionar corona que quitase corona, honra que atosigase la honra, vida que envenenase la vida, adoración que produjese el desprecio, aplauso que granjease odio.


EPANALEPSIS: Repetir como final de un verso el primer vocablo con el que comienza el anterior. En prosa, repetir al final de un periodo la expresión o palabra con la que comenzaba el periodo anterior.

Riñeron los dos hermanos
y de tal suerte riñeron
que fuera Caín el vivo
a no haberlo sido el muerto... Romancero del rey don Pedro

Así la triste señora
llora y se deshace viendo
cubierto a Pedro de sangre
y a Enrique de oro cubierto... Romancero del rey don Pedro


Oh qué secreto, damas; oh galanes,
qué seceto de amor, oh qué secreto...! Lope de Vega.

Mañana le abriremos, respondía,
para lo mismo responder mañana. Lope de Vega.

Potro sin freno se lanzó mi instinto,
Mi juventud montó potro sin freno... Rubén Darío.

ENÁLAGE o METÁBASIS: Fenómeno provocado por una categoría gramatical cuando funciona en el discurso con una función distinta a la que tiene asignada en el nivel de la lengua. Ej. Convertir el adjetivo verdes en sustantivo: "Los verdes defienden la ecología", o concordar el género por sentido, como en “Su Majestad está ocupado” cuando Majestad es femenino, o cuando se usa el presente histórico en el Cantar de Mio Çid:

Los de Mio Çid a altas voces llaman,
los de dentro non les queríen tornar palabra...


HIPÁLAGE o CONMUTACIÓN: Figura retórica que consiste en atribuir un complemento a una palabra distinta a a la que debía corresponder lógicamente y que se encuentra también próxima en el texto:

En tan dulce amanecer,
hasta los árboles cantan,
los ruiseñores florecen
y las mismas piedras bailan... Pedro de Espinosa.

Aunque en este ejemplo la conmutación se produce con verbos aplicados a sustantivos, la más común es la que intercambia adjetivos referidos a sustantivos:

El hombre andaba cansado por la tarde sudorosa.

Por otra parte el trastocamiento puede avanzar hasta extremos en que se intercambia incluso el rango gramatical de la palabra; por ejemplo, cuando Fernando de Herrera escribe:

Florida púrpura

En vez de:

Flor purpúrea.


POLÍPTOTON: Figura literaria que consiste en repetir una misma palabra en diferentes funciones gramaticales o con diferentes morfemas.

POLISÍNDETON: Figura retórica que consiste en repetir la misma conjunción en una frase para darle mayor fuerza a la expresión, especialmente si lo que se une son sinónimos totales o parciales, transformándose así en una especie de pleonasmo:

Cuanto más alto llegaba
de este viaje tan subido,
tanto más bajo y rendido
y abatido me hallaba... San Juan de la Cruz.

En el siguiente ejemplo, Herrera refuerza el efecto del polisíndeton con una aliteraciones muy expresivas:

Y el santo de Israel abrió su mano,
y los dejó y cayó en despeñadero
el carro y el caballo y caballero... F. de Herrera.

Soy un fue y un será y un es cansado.
En el hoy y mañana y ayer junto
pañales y mortaja y he quedado
presentes sucesiones de difunto... Francisco de Quevedo.

En este otro ejemplo, Miguel Hernández potencia con expresivas aliteraciones secundarias y un consciente solecismo o ruptura gramatical su desesperación:

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte... Miguel Hernández

La justicia y la clemencia y la valentía y la honestidad y templanza son virtudes que el pueblo alaba pocas veces universalmente; porque la venganza y la invidia y las malas costumbres de los más de los populares desean al príncipe para otros cruel [y] para sus introducciones deshonesto y para las atenciones de su maña cobarde y para la licencia de sus delitos injusto. Francisco de Quevedo, Vida de Marco Bruto.

Todo aquello y mucho más le fue dado al hombre; pero mientras que todas aquellas cosas le fueron dadas, no pudo tanto que a su pecado no siguiera el castigo, y a su delito la pena, y a su primera transgresión la muerte, y la condenación a su endurecimiento, y a su libertad la justicia, y a su arrepentimiento la misericordia, y a los escándalos la reparación, y a las rebeldías las catástrofes. Donoso Cortés, Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo.

Dicho esto, salió de estampía. Todas le miraban por la escalera abajo, y por el patio adelante, y por el portal afuera, haciendo unos gestos tales que parecía el mismo demonio persignándose... B. Pérez Galdós, Torquemada en la hoguera.

En aquella época, como en todas, los descontentos y los cesantes y los atrevidos y los pretendientes y los envidiosos, que son siempre el mayor número, no podían tolerar que determinada pandilla gobernase siempre el país y las Cortes. B. Pérez Galdós, El Grande Oriente.

O tarde, o pronto, o nunca...
V. Aleixandre.

Aquí Aleixandre formula reuniendo tres adverbios las tres formas frustrantes del tiempo, con lo que logra un eficaz pleonasmo. Otras veces, el polisíndeton consigue su expresividad mediante la coordinación de sustantivos portadores de clasemas muy diferentes:

Y entre penumbras y sábanas y urgencia... Francisco Brines


SUSPENSIÓN : Figura retórica que consiste en diferir el remate de lo expuesto. Por ejemplo, en el poema del epicúreo Baltasar del Alcázar:

La cena

En Jaén, donde resido,
vive Don Lope de Sosa,
y diréte, Inés, la cosa
más brava de él que has oído.

Tenía este caballero
un criado portugués...
pero cenemos, Inés,
si te parece, primero.

La mesa tenemos puesta,
lo que se ha de cenar, junto;
las tazas del vino, á punto;
falta comenzar la fiesta.

Comience el vinillo nuevo,
y échale, la bendición:
yo tengo por devoción
de santiguar lo que bebo.

Franco fue, Inés, este toque;
pero arrójame la bota:
vale un florín cada gota
de aqueste vinillo aloque.

¿De qué taberna se trajo?
Mas ya... de la del Castillo:
diez y seis vale el cuartillo,
no tiene vino más bajo.

Por nuestro Señor que es mina
la taberna de Alcocer;
grande consuelo es tener
la taberna por vecina.

Si es o no invención moderna,
vive Dios que no lo sé;
pero delicada fue
la invención de la taberna;

porque allí llego sediento,
pido vino de lo nuevo,
mídenlo, dánmelo, bebo,
págolo y voyme contento.

Esto, Inés, ello se alaba,
no es menester alaballo:
sola una falta le hallo,
que con la prisa se acaba.

La ensalada y salpicón
hizo fin; ¿qué viene ahora?
La morcilla, gran señora,
digna de veneración.

¡Qué oronda viene y qué bella!
¡Qué través y enjundia tiene!
Paréceme, Inés, que viene
para que demos en ella.

Pues sus: encójase y entre,
que es algo estrecho el camino...
No eches agua, Inés, al vino,
no se escandalice el vientre.

Echa de lo tras añejo,
porque con más gusto comas:
Dios te guarde, que así tomas,
como sabia, el buen consejo.

Mas di, ¿no adoras y precias
la morcilla ilustre y rica?
¡Cómo la traidora pica!
Tal debe tener de especias.

¡Qué llena está de piñones!
Morcilla de cortesanos
y asada por esas manos,
hechas a cebar lechones.

El corazón me revienta
de placer: no sé de ti;
¿cómo te va? Yo, por mí,
sospecho que estás contenta.

Alegre estoy, vive Dios;
mas oye un punto sutil:
¿No pusiste allí un candil?
¿Cómo me parecen dos?

Pero son preguntas viles,
ya sé lo que puede ser:
con ese negro beber
se acrecientan los candiles.

Probemos lo del pichel,
alto licor celestial:
no es el aloquillo tal,
ni tiene que ver con él.

¡Qué suavidad! ¡Qué clareza!
¡Qué rancio gusto y olor!
¡Qué paladar! ¡Qué color!
Todo con tanta fineza.

Mas el queso sale a plaza,
la moradilla va entrando,
y ambos vienen preguntando
por el pichel y la taza.

Prueba el queso, que es extremo,
el de Pinto no le iguala;
pues la aceituna no es mala;
bien puede bogar su remo.

Haz, pues, Inés, lo que sueles,
daca de la bota llena
seis tragos: hecha es la cena,
levántense los manteles.

Ya, Inés, que habemos cenado
tan bien y con tanto gusto,
parece que será justo
volver al cuento pasado.

Pues sabrás, Inés hermana,
que el portugués cayó enfermo...
Las once dan, yo me duermo,
quédese para mañana.

CONVERSIÓN: Figura con la cual se repite una palabra o expresión al final de varias frases en la prosa; en verso se denomina epífora. Por ejemplo, en el discurso funeral de Marco Antonio por la muerte de Julio César en la pieza homónima de Shakespeare, “Y Bruto es un hombre honrado”.

¿Se trata de saber algo, de profetizar algo, de referir algo? Moratín.

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