POETRY: Walt Whitman




Walt Whitman una visión posmoderna de la subjetividad incardinada

Rosi Braidotti

Los estudios de las mujeres constituyen una perspectiva desde la cual es posible concebir más lúcidamente la cultura contemporánea como intersección del lenguaje con las realidades sociales
La conciencia –compartida hoy por muchas mujeres de una herencia histórica profundamente negativa para el sexo femenino, asociada con una nueva sensación de orgullo, producto del conocimiento de  que las luchas de las mujeres en el contexto de la modernización y la modernidad han logrado transformaciones de envergadura  en el estatuto de las mujeres.
Es importante presentar sucintamente el ideal de mujer de la sociedad Norteamericana del siglo XIX perpetuado por las instituciones sociales como la iglesia, la familia y las obras literarias. Estas últimas generalmente presentan stereotipos femeninos  contrapuestos radicalmente . O bien las mujeres son ángeles, benévolos abnegados  o son  las mujeres locas encerradas en el ático como la primera esposa de Mr Rochester  en Jane Eyre, Bertha Mason.
Whitman se atreve en su espacio discursivo a generar polémica por sus versos que por primera vez dotan de eroticidad y belleza al cuerpo femenino y masculino y más aún  esa sexualidad no reprimida es valorada como una condición natural, positiva y sagrada  del alma. El logro de Whitman es hablar de esta diferencia sexual  que luego las feministas retomarán  como es el caso de Rosi Braidotti. Es un hombre el que nos habla de la normalidad del deseo erótico de la mujer en el siglo XIX y esto inmortalidad a sus versos.
Al analizar la posición de la mujer,  Beauvoir destaca el concepto de racionalidad-o de razones teóricas que no es sino el instrumento por excelencia de la dominación masculina. De este modo desata el nudo  que durante siglos mantuvo unidos el uso de la razón y el ejercicio del poder. En  la perspectiva feminista existe un lazo entre la racionalidad la violencia y la masculinidad. Este supuesto lleva a cuestionar los fundamentos mismos  y la presunta neutralidad del discurso racional. La teoría feminista  critica los mitos y las manifestaciones que rodean a la Mujer, entendida como el constructo de la imaginación del varón, una teoría que inaugura una tradición cuyo objetivo es subvertir la sistemática descalificación y denigración del sujeto femenino. De acuerdo con la tradición feminista los hombres se han apropiado de la facultad de la racionalidad y han confinado de facto a las mujeres a la racionalidad compulsiva, a la insensatez, a la inmanencia-dícese de lo que de lo que es inherente a un ser  o va unido de modo inseparable a su esencia- y a la pasividad.
Este supuesto llega a cuestionar los fundantes mismos y la presunta neutralidad del discurso racional
En esta comunicación nos situaremos en los postulados teóricos propuestos por Rosi Baridotti sobre la noción de incardinamiento de la subjetividad  femenina. P.38 Lo que Bradotti plantea cuál es la imagen de la razón teórica operante en el pensamiento feminista? ¿Qué imágenes  y representaciones proponen realmente las feministas para su enfoque especifico de la práctica teórica. En respuesta  a esto sostiene que es especialmente urgente trabajar con miras a una evaluación equilibrada y constructiva de la dependencia mutua entre la igualdad y la práctica de las diferencias. 39-Adhiere a lo expresado por Luce Irrigaray (1987) en Egales à  qui? (Critique num.480,pp.420-437) quien muestra la dependencia intrínseca de la noción de igualdad  respecto  de los parámetros masculinos, y aboga por la necesidad política de situar la idea de diferencia en el centro de nuestra actividad  y de nuestro pensamiento político.  Sostiene igualmente que la reivindicación de la diferencia implica desligarla de la lógica dualista en la cual se la ha inscripto tradicionalmente como marca  de peyorativización  a fin de que pueda expresar el valor positivo de ser “distinto de” la norma masculina, blanca y de clase media.
Las feministas han propuesto  la idea de que la racionalidad no constituye la totalidad de la razón y que la razón no abarca la totalidad- y ni siquiera lo mejor- de la capacidad humana de pensar. Por consiguiente, han recusado la ecuación entre el ser y el lenguaje logocentrico. En otras palabras, la teoría feminista constituye la crítica al poder en el discurso y como discurso y el esfuerzo activo por crear otras formas de aprender a pensar de modo diferente. La tarea para Baridotti   de la crítica feminista es develar y someter a juicio las modalidades del poder y la dominación implícitas en todo discurso teórico, incluso en el suyo.
Cabe pensar qué significa  desde su posición el sujeto. Si este es el sujeto definido por el proyecto político y teórico de la diferencia sexual.  Sitúa su postura al separarse  de la distinción feminista anglosajona estándar entre el sexo por un lado y el género por otro y se ajusta a la tradición continental europea de abordar la sexualidad como una institución simultáneamente material y simbólica.
Considera como objetivo principal de la práctica de la diferencia sexual la articulación relativa a la identidad generalizada del individuo con los temas relativos a la subjetividad. La intersección con la identidad con la subjetividad  también explica la distinción categorial  entre las dimensiones de la  experiencias  signadas por el deseo y inconsecuencia inconscientes, y las otras  dimensiones sujetas a una autorregulación de liberada. Aunque estos niveles constituyen el sitio de la conciencia política, no hay; a mi criterio, una forma dominante de acción política que los  abarque a ambos la localización y especificidad de la actividad política resultan fundamentales para la visión de la política de la subjetividad, implícita en la práctica de la diferencia sexual.
Desde su teoría feminista Braidotti lejos de ser un hito reactivo de pensamiento expresa el deseo ontológico de las mujeres, la necesidad estructural  de las mujeres y de postularse como sujetos femeninos, esto es, no como entidades desincardinadas sino también como seres corpóreos y por tanto sexuados. Sigue a la poeta norteamericana Adrienne Rich  quien redefine al sujeto feminista femenino  y comienza por reevaluar  las raíces corporales de la subjetividad rechazando la visión tradicional del sujeto cognoscente en cuanto universal, neutro y consecuentemente desprovisto de género. Esta manera “posicional” o situada de entender al sujeto determina que la localización o situación más importante sea su arraigo en el marco espacial del cuerpo. La primera y principal localización en la realidad es la propia corporización o incardinamiento. Repensar el cuerpo como nuestra situación primaria constituye el punto de partida de la vertiente epistemológica de la política de localización, la cual apunta a elucidar el discurso producido por las feministas femeninas.
 Por otra parte, la identidad y la subjetividad son momentos diferentes en el proceso de definir una posición de sujeto. La idea del sujeto como proceso significa que ya no es posible suponer que él/ ella coincide con su propia conciencia  sino que ha de pensarse como una entidad compleja y múltiple, como el sitio de interacción dinámica del deseo con la voluntad de la subjetividad con el inconsciente, no solo el deseo libidinal, sino más bien, el deseo ontológico, el deseo de ser, la tendencia del sujeto  hacia el ser, la predisposición del sujeto a ser.
El posmodernismo marca, en cambio, el surgimiento del deseo de estar en el corazón  mismo de la cuestión de la subjetividad. Constituye el triunfo de la visión ética del sujeto en cuanto entidad discontinua y no obstante, corporalmente unificada. La distinción entre voluntad y deseo resulta útil por que separa niveles cualitativos diferentes de experiencia. Asimismo, puede ayudarnos a rescatar el pensamiento posmoderno de los cargos que a menudo se le imputan por ejemplo, el ser meramente nihilista. Que el pensamiento posmoderno, incluida la vertiente feminista sea una reacción ante un estado de crisis no loase necesariamente negativo; pienso, por el contrario, que ofrece muchas aperturas positivas.
 Braidotti sostiene que  la postura logocentrica presenta un modo de pensar falocentrico el cual se asienta en una serie de premisas tacitas que son en sí mismas, no racionales. En otras palabras, la postura logocéntrica, la enunciación de una instancia filosófica, se apoya en un momento prefilosófico, a saber: la capacidad humana de tener disposición, receptividad y deseo hacia el pensar, vale decir , representarse a sí mismo en el lenguaje, constituye la base no filosófica de la filosofía  ya que es un elemento prediscursivo  que pese a excederlo, resulta indispensable para el acto de pensar por el pensar en cuanto tal. Se trata de una tendencia ontológica  de una predisposición que no es ni pensante ni consciente y que inscribe al sujeto en una red de discursividad, lenguaje y poder.Pensar se convierte en una  tentativa de cear otros modos de pensar, otras formas de pensamientos. Pensar se refiere a pensar de una manera diferente. La visión de sujeto entendido como una zona de interacción  de la voluntad con el deseo es por lo tanto el primer paso en el proceso de reconcebir los fundamentos de la subjetividad. Esto apunta  a afirmar que lo que sustenta todo el proceso de “devenir sujeto” es la voluntad de saber, el deseo e decir, el deseo de hablar, de pensar, de representar. En el comienzo solamente existe el deseo de: el deseo de saber, esto es, conocimiento a cerca del deseo. Argumenta Braidotti que la tarea de pensar nuevas formas de subjetividad femenina mediante el proyecto de la diferencia sexual entendida como la expresión del deseo ontológico de las mujeres, implica la transformación de las estructuras e imágenes propias del pensamiento y no solo del contenido proposicional de los pensamientos. Reelaborar la cuestión  de la diferencia sexual significa reformular la relación entre pensamiento y la vida y también entre el pensamiento  y la filosofía. En otras palabras, la diferencia sexual apunta a redefinir las estructuras generales del pensamiento y no solamente las estructuras  específicas de la mujer Incardinamiento y diferencia
El cuerpo o el inacardinamiento del sujeto es un término clave en la lucha feminista por redefinir la subjetividad. No debe entenderse ni como categoría biológica ni como categoría sociológica, sino más bien como un punto de superposición entre lo físico, lo simbólico y lo sociológico
El concepto de cuerpo, en el tratamiento específico que se le doy por primera vez en la filosofía de la modernidad y en las teorías de la diferencia sexual, se refiere a la estructura multifuncional y compleja de la subjetividad, la capacidad específicamente humana de trascender cualquier variable dada-clase social, raza, sexo, nacionalidad, cultura, etc. Aunque permanezca situado dentro de ellas. El cuerpo en cuestión se comprende más acabadamente como una superficie de significaciones, situada  en la intersección de la superpuestas facticidad de la anatomía, con la dimensión simbólica del lenguaje. Como tal, el cuerpo es un tipo de noción multifacético que cubre un amplio espectro de niveles de experiencia y de marcos de enunciación. En otras palabras, el sujeto está definido por muchas variables diferentes: la clase, la raza, el sexo, la edad, la nacionalidad y la cultura se yuxtaponen para definir y codificar los niveles de nuestra experiencia.
El sujeto sexuado incardinado así definido se sitúa en una red  de complejas relaciones de poder, las cuales  inscriben al sujeto en una estructura discursiva material de normatividad. La sexualidad constituye el discurso  dominante del poder de Occidente. En este sentido, la redefinición feminista del sujeto como sometido, aunque discontinuamente, al efecto normativo de muchas y complejas variables superpuestas perpetúa el hábito de Occidente de conceder a la sexualidad la máxima prioridad, al tiempo que la rechaza como uno de los rasgos dominantes del poder discursivo occidental.

Metodología
La sexualidad  en cuanto a poder es un código semiótico que organiza nuestra percepción  de las diferencias morfológicas entre los sexos. Es evidentemente, la inscripción en el lenguaje que convierte al sujeto incardinado en un “yo” hablante o sea en una entidad funcional, socializada, generizada. A mi entender, no pude haber subjetividad alguna fuera de la sexualización o del lenguaje, por cuanto el sujeto es siempre generizado: es el yo/ella o el yo /el. Que el yo así concebido no sea una esencia nominal sino una ficción conveniente, una necesidad gramatical que mantiene unida una multiplicidad de niveles de experiencia que estructuran al sujeto incardinado.
Adriene Rich se refiere al incardinamiento posicionado a como la posicionalidad, cuyo objetivo consiste en establecer las fronteras y los parámetros epistemológicos de una comunidad de sujetos cognoscentes feministas femeninos. Como consecuencia el sujeto feminista femenino o “el yo mujer”  será redefinido mediante una investigación colectiva encaminada a reexaminar políticamente la sexualidad como sistema social y simbólico.
El problema surge al tratar de definir  al sujeto incardinado; ya que este  está situado en una red  de variables interrelacionadas donde la sexualidad no es sino uno de los ejes que acompaña a otros poderosos ejes de subjetivación, tales como la raza, la cultura, la, nacionalidad, la clase y el estilo de vida.
Este proyecto   rastrea y reelabora las definiciones  discursivas que se inscriben en al “subjetividad  incardinada. Reelaboración que genera un proceso de reconstrucción de la subjetividad En consecuencia se empleará el método de análisis semiótico a los fines de develar el recorrido discursivo que W. Whitman plantea en la conformación del
 Al considerar los temas o tópicos propuesto en los versos de Walt Whitman  Yo Canto El Cuerpo Eléctrico”  nos posicionaremos desde la concepción de  Humberto Eco quien considera que la identificación de un tema o tópico (1995:211) determina la elección de un recorrido de interpretación . Estos tópicos o temas están constituidos por ejes o campos semánticos que son sistemas de significados, entendidos como sistemas de entidades o unidades culturales que obedecen  a las mismas leyes de los campos significantes (Eco,1995:31) Se conforman los ejes que constituyen los tópicos antes mencionados a través de la selección de unidades de análisis –los lexemas- sus rasgos constitutivos. Finalmente, se delinean las implicancias de los ejes antes mencionados, a los fines de recorrer la lógica de los mismos y producir un nuevo discurso sobre el sentido.
 En los versos 7 y 8 consideramos tres variables: 1- cuerpo como entidad depositaria y transmisora de vida que se operativiza mediante los ejes semánticos: Lo corpóreo/ lo físico y  Continuidad y vida
La segunda variable  cuerpo como consumo/ raza  se operativiza  mediante los ejes semánticos: Consumo/ demanda y cuerpo como objeto de consumo
La tercera variable, el cuerpo como sagrado /Alma  se operativiza  por el eje Semántico: Cuerpo espiritual. Cada eje esta compuesto por lexemas que constituyen la unidad de análisis.

CONCLUSIÓN
El rastreo sémico nos permitió observar como la subjetividad esta incardinada y como esta subjetividad que se constituye discursivamente  es dialéctica; ya que esta configurada por  variables que la definen y la posicionan como  un hombre y una mujer en los que lo corpóreo y la genuinidad de su belleza  hacen que sus cuerpos sean depositarios de la trascendencia de lo sagrado: el alma de innumerables seres inmortales de quienes hoy existe descendencia y por lo tanto existe la noción de patria,  de territorio  como espacio vinculante.
Cabe destacar que Whitman mismo sostuvo  a fines de 1888 que”Hojas de Hierba” es esencialmente  el libro de la mujer  y nos permitió  atender aquello que siempre se tiende a  desmerecer  lo reprimido de la sexualidad femenina,  del deseo ontológico de ser mujer, de ser diferente de y no igual a un  otro masculino. Sus razones y postura  hicieron que el canon no admita a la poesía Whitmaniana en su tiempo. Su conciencia crítica y lo subversivo de su concepción del cuerpo femenino y masculino y el placer sensual que su belleza despierta no eran problemáticas para ser aceptadas en el siglo XIX
La autora  considera que el objetivo central de la práctica de la diferencia sexual consiste en articular las cuestiones relativas a la identidad ”generalizada” del individuo con los temas relativos a la subjetividad  política. La intersección de la identidad con la subjetividad también explica la distinción categorial entre las dimensiones de la experiencia signadas por el deseo y, en consecuencia, inconscientes y las otras dimensiones sujetas a una autorregulación deliberada.

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